Sic!

hoy volví a aquella calle que alguna vez
fue cómplice de nuestras pasiones.

La casualidad dirigió mis pasos
y no estaba ahí.

no encontré el aliento de tu boca,
ni las lagrimas con las que contenías
tus ansias.

Tampoco estaba el nerviosismo
que sentí cuanto te estrechaba
cada vez más.

Ni era la noche de marzo aquel
donde en un fingido recital
quedara tatuada para siempre
nuestra cordura.

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